Por ÁNGEL SANZ ANDRÉS*
Es difícil describir la sensación que tenemos después del lanzamiento de UPMSat-2. Para nosotros era ya un hito el haber conseguido diseñar el satélite, probarlo y certificarlo para vuelo. Conviene recordar aquí que para llevar a cabo estas tareas ha sido necesaria la contribución de más de un centenar de personas a lo largo de más de 8 años.
Llevar el satélite a la Guayana y montarlo en el lanzador también supuso una tarea complicada, que hubo de reformular sobre la marcha porque el cierre de fronteras y de la propia base de lanzamiento (debido a la pandemia) obligó a nuestro equipo a volverse a España a toda velocidad para evitar una posible retención en la Guayana por un tiempo en ese momento desconocido y hubo que terminar la integración a distancia, telemáticamente.
En este proyecto ha habido también otras situaciones en las que una catástrofe natural o humana ha golpeado el transcurso ya de por si complejo y difícil de este desafío técnico. Hay que recordar que en un primer momento se iba a lanzar desde Ucrania, pero esa posibilidad se torció por el conflicto en ese país. Después hemos tenido un aplazamiento por un fallo en el vuelo VV15, y posteriormente el COVID, exceso de viento en altura en Kourou…
La dificultad que supone encontrar un lanzamiento ha sido también uno de los desafíos que ha habido que superar. En definitiva, solo con un conjunto de personas extraordinariamente motivadas ha sido posible llegar a esta meta. Los diversos equipos que han sido responsables de las diferentes partes del satélite, de su construcción y ensayos han hecho una extraordinaria labor, tanto técnica y científica como formativa. Sin duda, el IDR y la UPM tienen una deuda de gratitud con todos ellos por ese esfuerzo y dedicación. Queremos mencionar especialmente a quien fue el impulsor entusiasta de este proyecto, José Meseguer, el anterior director del IDR que todos nosotros recordamos con cariño y respeto.
Basten unas cifras y hechos para ver la trascendencia de este proyecto y el conocimiento científico que ha generado a su alrededor. En estos años: se ha diseñado y consolidado un nuevo Máster en Sistemas Espaciales (MUSE), título oficial de la UPM; se ha puesto en marcha un laboratorio de ensayos en ambiente espacial que no sólo apoya nuestra docencia e investigación, sino que es un referente en cuanto a transferencia de tecnología al sector espacial nacional e internacional, y nos aporta fondos; se han leído 8 tesis doctorales, publicado 30 artículos en revistas JCR, 40 ponencias en congresos y conferencias, y más de 100 proyectos fin de carrera, TFGs y TFMs.
Este ha sido nuestro granito de arena a la formación de nuevas generaciones de estudiantes que esperamos se incorporen con éxito al apasionante mundo que les espera en el sector espacial. Aprender desde el conocimiento directo, desde la propia experiencia, enfrentándose a problemas ingenieriles, teniendo que aportar soluciones innovadoras, conociendo el trasfondo y los inconvenientes asociados a cualquier proyecto espacial, es un bagaje que sólo se consigue haciendo, trabajando codo con codo con los expertos y tocando los componentes.
Pero el proyecto no termina aquí. Ahora tenemos una enorme satisfacción con el éxito de lanzamiento, porque da paso a poder empezar a operar nuestro satélite, realizando los experimentos programados y demostrando así su capacidad como plataforma de experimentación científica permitiendo poder probar tecnología nueva en órbita. En estos días desde el lanzamiento ya hemos recibido los primeros datos del estado del satélite, y los parámetros recibidos muestran un comportamiento muy parecido al esperado.
Esto nos conecta con las empresas, con la innovación, poniendo nuestro satélite al servicio de la industria y el progreso tecnológico. Los datos obtenidos desde la órbita servirán para que empresas españolas y europeas validen sus tecnologías. En el interior de UPMSat-2 hay 6 experimentos, desde un interruptor térmico miniaturizado hasta un magnetómetro, pasando por sensores solares, una rueda de reacción para control de actitud de satélites, un estudio de radiación sobre equipos electrónicos embarcados en naves espaciales y la calificación de la aviónica del satélite.
Por otro lado, queremos que sea un proyecto abierto e inspirador. La recepción de las señales enviadas por el satélite servirá para que las organizaciones de radioaficionados puedan ser parte de esta misión espacial. En esta nueva fase que comienza ahora, las operaciones del satélite, participarán los alumnos del Máster Universitario en Sistemas espaciales junto con estudiantes, profesores y personal de las Escuelas de Ingeniería Aeronáutica, Informática y Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid.
Estamos preparando también una aplicación para que los estudiantes de secundaria, instituto y universidad puedan ver en su Tablet o móvil la estación de control del satélite, ver los datos que se reciben del satélite, ayudándoles a familiarizarse y sumergirse en este apasionante campo de la ingeniería y la ciencia, siguiendo los ecos de la campaña “Envía tu nombre al espacio con el UPMSat-2”, porque creemos que mostrar a los jóvenes cómo se hace ciencia espacial puede fomentar vocaciones científicas (también denominadas STEM) que tanta falta hacen. Igualmente estamos colaborando con la Unidad de Igualdad de la UPM para ayudar y aumentar el interés y la participación de las mujeres en este fascinante campo.
Para esta fase de operaciones esperamos poder contar con la colaboración de instituciones del Estado y de las Comunidades que nos ayuden a financiar la continuación del proyecto, mostrando su apoyo a la Ciencia a través de nuestro satélite, como ha ocurrido hasta ahora.
* Ángel Sanz Andrés es el director del Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio Da Riva (IDR-UPM) y catedrático en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio.